Los varenikes que florecen entre “la gloria de los guapos…”

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Y los pelmeni, escrito sea de paso; y de paso también aclaremos lo del título, porque se trata de un préstamo solicitado a un tango que dice Almagro, Almagro de mi vida, tú fuiste el alma de mis sueños…Cuántas noches de luna y de fe, a tu amparo yo supe querer…Almagro, gloria de los guapos, lugar de idilios y poesía…(Almagro, de 1930; música de Vicente San Lorenzo y letra de Iván Diez).

Parece que estamos en vena de aclaraciones; entonces rápido entrémosle al punto zenit de este texto…

Es el bar, restaurante, café y boliche de copas y tragos que en la barriada nació hace más de un lustro como kiosco y venta de algunos comestibles y refrescos, se amplió con algunas mesas sobre la vereda y tiraje de cervezas, y se convirtió finalmente en lo que es hoy, un local amplio y con toques a lo Palermo gastronómico, que se lo conoce como lo de la rusa, aunque desde el primer bombazo ordenado por Vladimir Putin sobre Ucrania, en una de sus vitrinas a la calle pende la bandera azul y amarilla (la ucraniana).

Lo de la rusa se llama Aport, y vean lo que hace un tiempo el diario porteño Perfil escribió al respecto, y al referirse a la comunidad rusa llegada a este país en los últimos años.

Sergei es el que une al grupo (de algunos inmigrantes rusos). A diferencia de los demás, él no llegó a Argentina a comienzos de 2022, sino en 2000, con su madre. También lo hizo escapando de un conflicto armado: para ese entonces ya había comenzado la segunda guerra chechena, brutal y sanguinaria, que culminó con la restauración del control ruso sobre el territorio. Su mamá no quería que fuera a la batalla. “Rusia siempre está en alguna guerra”, dice Sergei. Nació en Kazajistán, habla muy bien español, y es dueño de Aport, su propio bar en Almagro, que funcionó como eje formativo del grupo de amigos. Aport es un tipo de manzana que crece en Almaty, Kazajstán, y alma significa manzana. En la entrada de la cantina cuelga una bandera, aunque no es la de Rusia. “Para expresar mi solidaridad con el pueblo ucraniano”, justifica el paño azul y amarillo

Y se nos ocurre. Hace no tanto tiempo uno de nuestros tomateros escribió el siguiente texto para la agencia de noticias Prensa Latina.

¡Qué vivan los camaradas Varenike, Pierogi y Pelmeni! No se trata de mariscales ni de generales, ni mucho menos de comandantes – ¡Ay milicos atrás, sean de donde fueren!-, sino de hijosdalgo de las mejores cocinas de por aquellas tierras; tanto que cuando por acullá anduve de algaradas, de unos y otros disfrute, tan parecidos son que sus diferencias se me hacen indistintas; algunas veces de cocinas y manos rusas, otras ucranianas o de la cultura judía Askenazí, siempre populares en las casas y sobre todo laburantes en stolovayas, yidalʹnyas y kantins, ya sea en Moscú, Kiev u otros burgos y villorrios de la Europa del Este.

Bien, ahora a lo nuestro. Para unos varenikes como el Altísimo y el Bajísimo mandan: una masa de esas untuosas a base de harina, huevo, sal, un algo de aceite y otro de agua. Tras una breve pereza a la que llaman reposo, estírenla con fervor pero con delicadeza y obtengan de ella unos lujuriosos recortes para que en instantes cobren forma de empanadas más que muy breves o mejor dicho de raviolones, rellenos con puré de papas, cebollas salteadas, sal, y pimienta; y al agua que hierve.

Pocos minutos harán falta para entonces escurrirlos y como los comí por aquellos lares que mencioné casi antes de empezar con este texto, cubiertos con una salsa de cebolla salteada, crema agria pimentada.

Bien entonces, notables son los varenikes y los pelmeni de Aport, y buenos sin ser remarcables  sus platos más convencionales y propios de un espacio para encuentros sobre todo de jóvenes y de los otros, para picoteos y comeres varios, como sánguches de bondiola horneadas, de salmón y de pastrón, entre otras proposiciones, y beberes al tono, especializados en una amplia gama de gustos para cervezas que tan de moda siguen, las llamadas artesanales.

Aport abre sus puertas para desayunar y las cierra tarde, tras las últimas copas de la noche. Se encuentra sobre el 981 de la calle Bulnes, en esquina con Guardia Vieja, y su teléfono es 11 3453 1988. Sus precios más que apropiados teniendo en cuenta la tan valorable relación respecto de las calidades de lo ofrecido

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