Dale nomás, dale que va, que allá en el bar, en la barra, se vamo’ a encontrar

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Sin dudas, lo cual no quiere decir que esté de más algunas aclaraciones; que ya llegarán, pero antes…

Vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo, todos manoseados. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor. Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador. Todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados, ¿qué va a haber? Ni escalafón…Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos; caradura o polizón…Mezclado con Toscanini, va Escarfaso y Napoleón, Don Bosco y La Mignón, Carnera y San Martín…Ves llorar la Biblia junto a un calefón…Dale nomás, dale que va, que allá en el horno se vamo’ a encontrar… Del tango Cambalache (1934), de Enrique Santos Discépolo y estrenado en aquél año, en el mítico Teatro Maipo, de Buenos Aires.

Ahora las prometidas. Es decir las aclaraciones.

No se trata de maldecir como renegados aquello que muchos llaman nuevas tendencias ni mucho menos a la tantas nuevas tecnologías aplicables el planeta morfar y escabiar; perdón, comer y beber.

Pero sí de estar alerta sobre esa pulsión por el cualquiercosismo –neo palabreja creada para designar la cierta y actualísima pasión por el ser frívolo o tilingo – tan cara a las almas difusas que reemplazaron a dios o al diablo, no importa por los likes y otras bobería; ya no entienden, porque el algoritmo es a la vez magnífico fútil o de tres al cuarto.

Vean hasta dónde puede llegar el asunto sobre el nos ponemos en guardia, al menos nosotros los tomateros, aunque por supuesto nadie tiene por qué seguirnos, ya que, recordarán, sobre gustos no hay nada escrito.

Nos cuentan que en el bar Anthill de Nápoles, Italia, la carta de cocteles se presenta ante los ojillos de la clientela como si del prospecto de un medicamente se tratase: Tachipirina, adultos. 90 mililitros en solución para gotas orales.

En el Gold Bar de Tokio – últimamente calificado por las guías que tan truchas son como uno de los mejores del mundo-  inventaron cierto menú dizque conceptual. El bautizado Due Facce, en el que cada trago pretende destacar con berretas dialécticas que la vida es una eterna dualidad entre luz y sombra, y fuerza y debilidad. Entonces, en la carta algunos aparecen anunciados con tintas normales y otros con otras, solo legibles a contraluz.

Para cerrar, ser fieles a la sensibilidad tanguera del principio y mientras buscamos similares truques por estas tierras…Por qué no le van a cantar a Gardel, mejor dicho a San Gennaro y a Izanagi, que con su esposa Izanami son algo así como los adanes y evas de los japoneses.

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