Qué sería del café, de la deliciosa “bebida de Satanás”, sin América Latina

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Rubén Armendáriz

Desde que el café empezó a cultivarse en América, la producción y consumo mundial se han multiplicado. Brasil produce el 30 por ciento del café que se consume en el mundo, mientras que Colombia es el tercer productor mundial y su marca es sinónimo de calidad. Dos datos que demuestran la importancia de este cultivo para el continente americano. Y en la actualidad, el reto consiste en hacer frente al cambio climático con cultivos sostenibles para el planeta y la comunidad cafetalera.

Pero veamos. El café, esa bebida de aroma penetrante, surge de unos pequeños granos con una historia llena de anécdotas y obstáculos, en un camino que llevó desde el Cuerno de África a atravesar océanos y siglos, para terminar siendo imprescindible.

La Italia que nos trae a la mente su arte, su cine, su gastronomía, en suma su  historia, fue cuna de las primeras importaciones europeas de café y, nada menos, del espresso.

Venecia fue uno de los primeros puertos de la vieja Europa en importar granos de café en el siglo XVI. Trieste, uno de los primeros centros para su comercialización, es conocida como la ciudad del café y Nápoles es considerada por muchos como la capital mundial de la cultura del café.

Pero fue la invención del espresso a finales del siglo XIX y principios del XX lo que realmente selló la reputación mundial de Italia en la materia. El espresso  italiano fue ampliamente adoptado en todas sus formas por el resto del mundo: lungo, ristretto, macchiato, caffè latte… las opciones son infinitas.

La pequeña y elegante taza de espresso se percibe ampliamente como el recipiente de café por excelencia y las mejores máquinas elaboradoras del esspresso son las italianas.

El café que ha llegado a todos los rincones del mundo como un estimulante casi imprescindible es “un diurético muy importante, con un estimulante claro, la cafeína, además de ser un gran antioxidante. Aumenta la tensión arterial, por lo que las personas que padecen problemas de tensión debieran moderar su consumo, pero somos muchos los que lo necesitamos incluso para despertarnos y poder trabajar.

El origen exacto del café no está muy claro, pero los historiadores insisten que en el reino de Kaffa, al suroeste de Abisinia (hoy Etiopía), fue donde comenzaron a apreciar sus propiedades energizantes. Allí la planta crece naturalmente desde hace siglos y parece que allí también tiene su origen la palabra coffee.

El Reino de Kaffa, existió entre 1390 y 1897, con su primera capital en Bonga. El río Gojeb formaba su frontera norte. La lengua nativa, también conocida como Kaffa. Kaffa es, a su vez, un vocablo aparentemente originado de la palabra árabe yemenita qahwah que significa algo así como café, brebaje de bayas.

Esta palabra, a su vez, pudo originarse de qahiya, a falta de hambre, basada en la reputación de la bebida como un supresor del apetito.

Desde esa región etíope, la planta y sus semillas se esparcieron por el mundo árabe. El tostado, la molienda y su preparación con agua caliente aparecen en textos escritos durante el siglo XV, en monasterios Sufíes de Yemen.

La primera certeza histórica documentada es del puerto yemení de Moca (Moka, más tarde nombre de un tipo de café), donde los esclavos sudaneses vendidos en Yemen consumían granos verdes del cafeto para soportar los duros trabajos a los que estaban sometidos y, a partir de ahí, lo yemeníes empezaron a cultivarlo en el mismo siglo XV.

Al principio fue visto por algunos como un vicio similar al tabaco o al alcohol y al llegar a Europa, por provenir de los países árabes, se lo denominó la bebida de Satanás. Uno de los problemas era que muchos sacerdotes católicos temían que sustituyera al vino que ellos proveían a  los fieles.

Durante el papado de Clemente VIII (1536-1605), miembros del clero le pidieron denunciar a la bebida para impedir que la gente se enviciara con tan nefasto bebistrajo. Clemente quiso probarla antes de emitir sentencia: Esta bebida de Satanás es tan deliciosa que sería una lástima que los infieles tuvieran un uso exclusivo de ella, parece que dijo…Amén.

Y así fue como el mismo Clemente comenzó a bendecir y bautizar los granos de  café para eliminarles cualquier influencia diabólica. Y como los católicos pasaron a tomar café, los protestantes los siguieron, y todos se dedicaron al negocio.

Afirman que la Ilustración, movimiento cultural e intelectual europeo, nacido a mediados del siglo XVIII y que sobrevivió hasta principios del XIX, fue posible gracias al aumento de cafés al aire libre donde se reunían los pensadores a discutir sus ideas filosóficas y revolucionarias.

Brasil es el mayor productor mundial de café y Colombia, Honduras, México y Guatemala están entre su 10 mayores productores.

Luis XIV, rey de Francia, envió unos granos para su cultivo en Martinica, y fue por allí por donde entró al continente americano. A causa de la revolución haitiana, muchos oriundos y emigrantes europeos escaparon a Brasil y llevaron consigo el café, lo cual convirtió a ese país, con el paso del tiempo, en el primer productor mundial.

Dice la leyenda que Gabriel Mathieu de Clieu, oficial de la marina francesa destinado a Martinica, viajó en 1723 desde París con un cafeto para plantar en las tierras de ultramar.

El viaje estuvo lleno de incidentes, pero Mathieu de Clieu protegió el cafeto a cal y canto, llegando incluso a destinar una parte de la escasa agua potable para la planta. El cafeto llegó intacto a Martinica donde fue replantado y cuidado por esclavos. Era la primera planta de café en toda América. Lo cierto es que 50 años después había 19 millones de cafetos en la isla y se desparramaba su cultivo por América Central y Sudamérica.

El origen del café en Colombia se fecha en 1730, cuando llegaron los primeros cafetos, posiblemente desde Venezuela. En 1736 se llevaron semillas de café a Popayán y se plantaron en un monasterio.

En 1835 se exportaron los primeros 60 kilos de café de Colombia. Hasta finales del siglo XIX, la difusión del café en Colombia creció, también gracias a la construcción del ferrocarril. En 1960 Colombia ya era el segundo productor mundial de café detrás de Brasil.

El cafeto es una planta que necesita una temperatura mínima de 12 grados y máxima de 35, un grado de humedad adecuado y una altura entre los mil y dos mil metros, de manera que las zonas en que se puede cultivar son estrechas franjas comprendidas entre el Ecuador y los trópicos.

En el siglo XIX se entabló una lucha  entre el té y el café, sobre todo, en el imperio británico, que llevó su cultivo a Ceilán (actual Sri Lanka) en 1799 a Ceilán, para no depender de las importaciones provenientes de tierra dominadas por España y Portugal.

Pero en 1867 llegó el desastre y en unas semanas el hongo de la Roya del café lo destrozó todo. Tuvieron que volver a las producciones controlados por los otros imperios.

Hasta aquí llegamos… –Mozo, un café, por favor.

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