Chía, el superalimento que ya comían los aztecas

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La chía es la semilla de la salvia (Salvia hispánica), una planta con flores de la familia de la menta originaria del centro y sur de México,  donde los aztecas y los mayas la utilizaban como alimento básico.

Es una fuente rica de proteínas completas (contiene todos los aminoácidos esenciales) y rica en calcio, fósforo, magnesio, potasio, hierro, selenio y en antioxidantes.

Sorprende que una semilla tan pequeña contenga tal concentrado de nutrientes. Se trata del alimento vegetal con mayor contenido en ácidos grasos omega 3 (un 63,8% de sus ácidos grasos son omega 3), seguido por las semillas de lino (un 57,3 % de sus ácidos grasos son omega 3). Por lo tanto, su papel como alimento antiinflamatorio y protector del sistema cardiovascular debería ser tenido en cuenta por todos.

La chía tiene apenas sabor, por lo que fácilmente se puede añadir a cualquier plato, jugo, batido, ensalada, leches vegetales. No hay que calentarla, puesto que los ácidos grasos son sensibles al calor. Así como la semilla de lino precisa molerse para poder ser digerida, la semilla de chía no es necesario molerla.

Si se remoja, forma mucílago a su alrededor que absorbe agua y hace que tenga efecto espesante, que además sacia el apetito.

En la actualidad, su producción se ha extendido a las zonas tropicales y subtropicales de Sudamérica: Ecuador, Bolivia y en particular en el Noroeste Argentino. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, estas semillas cuentan con nueve aminoácidos esenciales, los cuales el organismo no puede producir, extremadamente importantes para el crecimiento y la reparación de células y tejidos.

Sus antioxidantes reducen la acción de radicales libres, previenen el envejecimiento celular, evitan la alteración de membrana celular y previenen enfermedades crónicas no transmisibles y/o degenerativas.

Asimismo, regula el nivel de insulina: gracias a que las semillas de chía son ricas en fibra, ayudan a regular el nivel de azúcar en sangre; y fortalecen los huesos.

Favorecen la digestión y previenen el estreñimiento. Diluidas en un vaso de agua, son un excelente remedio casero para combatir la constipación. Se recomienda beberlo en ayunas. Asimismo, se cree que las semillas de chía podrían combatir el daño celular, causa principal del desarrollo de enfermedades crónicas.

Para incorporar efectivamente las semillas de chía en la dieta diaria, se sugiere un consumo de entre 10 y 25 gramos al día. Pueden mezclarse con líquidos (agua, jugo) o agregarse a alimentosa como leche, yogur, ensaladas, panes o repostería.

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