Sagrado en el Levítico, omnipresente en nuestras cocinas
La Fiesta de los Tabernáculos se celebra durante siete días para recordar el deambular del pueblo judío por el desierto. A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Elohim por siete días. La consagración del lulav, que es una hoja de palma; del etrog y un fruto de cidro; del mirto y algunas hojas de sauce. Y tomen el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y regocíjense delante del Señor su Elohim por siete días.
El etrog es una variedad de limón amarillo luminoso. Cómo no entender entonces al limón – a todos ellos – y disfrutarlos casi como rito del origen mismo de las culinarias con raíces en el Mediterráneo, pero también americanas; en su poderío de sabor y perfumes.
Aparece en forma tardía en Sicilia y en España, aunque hay rastros de su uso en la antigua Roma y es poesía. Llega a América con los conquistadores.
Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, con una vara de mimbre va a Sevilla a ver los toros. Moreno de verde luna anda despacio y garboso. Sus empavonados bucles le brillan entre los ojos. A la mitad del camino cortó limones redondos, y los fue tirando al agua hasta que la puso de oro (…). Federico García Lorca.
El limonero lánguido suspende una pálida rama polvorienta sobre el encanto de la fuente limpia, y allá en el fondo sueñan los frutos de oro (…). Antonio Machado
¿Conoces ese país donde florecen los limoneros, y las naranjas doradas brillan en el follaje oscuro? ¿Donde sopla una suave brisa del cielo azul, donde reposa apacible el mirto y se yergue el laurel? (…). J.W. Goethe
Y Sor Juana Inés de la Cruz nos lo da entender, como posibilidad: Pues ¿qué os pudiera contar, señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Ver que un huevo se une y fríe en la manteca o el aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar; ver que para que el azúcar se conserve fluida basta echarle una muy mínima parte de agua en que haya estado membrillo u otra fruta agria (…).
Y aquella canción dice: Estaba la pájara pinta, sentada en su verde limón. Con el pico cortaba la rama, con la rama cortaba la flor. ¡Ay, Dios! ¿Cuándo veré a mi amor? Me arrodillo a los pies de mi amante, me levanto por fiel y constante. Dame una mano, dame la otra, dame un besito que sea de tu boca.
Entonces, qué contar acerca de él. Indispensable para las sazones, frías y caliente; para infusiones – lo han probado en un té gitano…imperdible en su combinación con el clavo de olor-; en la cocina americana del Pacífico – ¡Qué vivan los cebiches! -; en postres, ¿o no un lemon pie? Y que sería de la coctelería sin ellos…Para qué seguir.
Sí, por qué no una receta simple.
Churrascos de pollo con salsa de limón
De dos patas y muslos deshuesadas, la misma cantidad de churrasquillos. Al menos el jugo de dos limones. Un algo de mostaza al estilo de Dijon. Otro de maicena. Sal, pimienta y otros dos limones, pero en rodajas, con cáscara y semillas…Claro, un poco de aceite de oliva y una rama de romero fresco.
Sobre plancha o sartén engrasada con el aceite de oliva y bien caliente, hasta casi bronceados los dos churrascos de pollo, previamente salpimentados. Aparte, una salsa espesa pero no tanto, con el juego de limón, tibio, la mostaza y la maicena. Aparte bis, asar sobre sartén y algo de aceite de oliva las rodajas de limón. ¿Listo? Sobre una fuente y todo bien caliente disponer los churrascos y sobre ellos la salsa, las rodajas de limón asadas y la rama de romero
¿Con la compañía de papas al horno o arroz…?
¿Qué vino? Podría ser un Torrontés de los muy buenos.
Hasta la próxima.
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