¡A comer que se va el ’22 y llegó el ’23!

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Una breve encuesta entre allegados a los Comensales de Tomate, pero no incurrirían en error grave alguno si se les ocurre hacerla extensiva a un universo imaginario de argentinos de toda catadura culinaria y social, nos dice que pese a las tormentas de la modas, las globalizaciones del gusto y las parafernalias semánticas y comunicacionales de las llamadas redes sociales, qué cuanto más apetitosas son las de los pescadores, merecedores ellos desde tiempo remotos a hoy de aplausos y vítores, pues sin sus labores sobre no existirían las cocinas del mar, de los río y de las lagunas.

Y ya que de mares estamos, antes de ingresar en aquello de nuestra encuesta casera, tan espléndida como la mejor de la mayonesas montadas en las cocinas de la abuelas, aquí va algo de los cual nos enteramos por una infidencia…de un Comensal, que rompió y romperá la ortodoxia, al menos de las cenas decembrinas.

Sí, lo hizo y hace con un Ceviche de lenguado, pulpo y camarones, con su Leche de tigre, bien alimonada y picosa, tal cual los iniciados en las artes del Pacífico suelen ilustrar.

Ahora sí a los datos fríos y calientes; dulces y salados.

¡Oh, un clásico y para algunos despistados pasado de moda, encabeza las preferencia del pueblo tomatista o tomatero, por favor tener piedad y no confundirlo con tomista!

El Vitel toné es inamovible en el primer lugar de nuestras mediciones. Y por esas cosas de la fortuna cocinero periodística, hace pocos días nuestra recetóloga, Aní Aharonian, publicó su receta en https://tomate.net.ar/2022/12/15/vitel-tone-un-legendario-rey-para-el-mes-de-las-comilonas/

Ni de Putin ni de Lenin, mucho menos de zares y zarinas, tampoco con invocaciones de absurdas guerras siglo XXI – jamás más vigente que en estos tiempos que aquella novela del estadounidense Dalton Trumbo, Johnny Got His Gun (Johnny cogió su fusil), de 1939 -, pero si se trata de una rusa, nacida dicen sin certificados, de manos belgas en Moscú en los alrededores del año 1860.

Aunque en recetario publicado en 1845 ya se la menciona por su nombre: Ensalada rusa, la que jamás perderá su encanto y donaire de realeza, engalanada por las mejores mayonesas, con coronitas de aceitunas verdes y guirnaldas de pimientos dulces en conserva, morrones colorados que también los llaman.

No faltaron las menciones al Melón con jamón, italianísimo desde el siglo XVI ni a los Pollos rellenos en sus más variadas versiones, siendo que esa técnica, la del relleno de carnes y vegetales, amante de los espacios nunca vacíos, como en el Barraco, fue en occidente por primera vez citada por el libro De re coquinaria, de Marco Gavio Apicio, escritor romano del siglo I.

Y para el final otras dos tradiciones en el podio de las preferencias. Una muy cara a los sentimientos de quienes editan esta suerte de miscelánea de gustos e ideas: Tomates rellenos, si con picadillos de atún glorias eternas y Palmitos con salsa Golf, aquella (la salsa) que fuera un invento, dicen, concebida en las playas de Mar del Plata y pensada originalmente como aderezo para langostinos y camarones.

Y sí, ahora, ya para finalizar, algo más de heterodoxia, pues habla de mesas de tan rubicundos sabores cuanto más ecuménicas ellas puedan serlo.

Apareció entre las personalidades encuestadas el gusto por los Pastrones caseros, productos de la charcutería vacuna que algunos dicen es oriundo de Rumania y que durante el siglo XIX dio varias vueltas por el mundo, de la mano del pueblo judío, y por cierto que consagratorios son los Pastrami que pueden disfrutarse en la culinaria de Nueva York.

Bien, queridos lectores y lectoras, este texto ha sido posible gracias al Departamento de encuestas y estadísticas de Tomate, recista de cocina, que por supuesto no existe fuera de nuestra alacena de imagenerías.

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