A la parrilla nunca tuvo novio: La “polenta con tuco” de un maestro del tango

1.687

Video musical de Julián Graciano

 

Julián Graciano quizá sea el tanguero de vanguardia más destacado del universo rioplatense; una suerte de guitarra con magia sincopada que nos recuerda a John Coltrane y a Roberto Grela, pero en estos tiempos del siglo XXI. Al menos así se lo oímos decir a varios de los sabedores en serio sobre música popular urbana.

Con un Nunca tuvo novio (Agustín Bardi y Enrique Cadícamo; 1930) a la parrilla – ya se encargará él mismo de explicarnos qué significa esa expresión-, nosotros inauguramos una nueva sección, por supuesto denominada Tango a la parrilla.

Tanto Graciano como otro guitarrista, Manuel Masetti, la voz de Juan Manuel Olsina y nuestra redacción irán sacando con fritas músicas y cantos, para acompañar un viaje en etapas por la culinaria popular urbana del Río de la Plata, tal cual ella se expresa a través de las poéticas tangueras.

Texto y musicalización de Julián Graciano

33 ideas de Danza, tango, etc. | tango argentino, bailarines de tango, imagenes de tangoMuchas veces cuando me preguntan como hago para tocar a la parrilla, me resulta más sencillo compararlo con la cocina del minutero.

La denominada ejecución musical a la parrilla en el tango, no es más que una improvisación musical, es decir la creación espontánea de una obra solo teniendo como premisa el simple conocimiento de los cambios armónicos, la melodía y qué ritmo podría funcionar mejor, según el gusto personal de cada uno en la obra seleccionada.

Pero la pregunta es, ¿estás realmente improvisando? No lo sé, como tampoco sé si el cocinero tiene el absoluto control de una simple polenta con tuco, por más que la haya cocinado mil veces, ¿le va a salir con el mismo sabor cada vez que la prepare?

En la música tenemos recursos, herramientas, condimentos que con los años vamos obteniendo y manejando con cierta facilidad, pero a pesar de ello nunca sabemos si el final será el deseado, siempre sentimos la duda; nos excita el riesgo de enfrentarnos a la obra sin salvavidas alguno, sin la receta exacta gramo por gramo, tiempo por tiempo.

Con todo ese bagaje aprendido con los años, reflexionado, nos arriesgamos, buscamos la libertad de expresión para lograr el objetivo final de llegar a emocionarnos y conectar con el oyente.

Este desafío nos motiva a reinterpretar un tanguito mil veces y no nos cansa, por el contrario, es cuál minutero que prepara el mismo plato y siempre renueva sus ganas de prepararlo, buscándole esa pócima mágica en cada cocción.

Pero, por qué lo comparo con el minutero y no con el chef de alta cocina. Parecería que a la improvisación se la ve como algo vago, de poca altura, algo no sofisticado, pero conlleva una imaginación y un amor muy grande para resolver en pocos minutos una obra que no por menos es tan hermosa como una gran obra escrita en pentagrama, reflexionada, orquestada y ensayada. Algo así como comparar la receta perfecta del chef con la simple salsa de la cocina de mamá o papá.

En lo personal me tomó muchos años darle el valor que tiene a esta forma de vivir la música, de crearla; he llegado a sentir que mostrarme tocando a la parrilla era algo menor, inferior a otras capacidades musicales como la de compositor o arreglador, hasta que un día encontré la respuesta a mi pregunta.

Se necesitaban muchos años para poder llegar a esa simpleza de decir algo con pocos o muchos ingredientes, pero sintiendo cada nota muy profundo, hasta los huesos, esperando la próxima sin saber si funcionará, probar un nuevo acorde en el momento, agregar una síncopa inesperada o un marcatto; el tocar a tempo o por fuera del mismo, pero lo fundamental de todo, entender que esto que hice no se volverá a repetir igual nunca más.

Ese día dejé las jerarquías musicales de lado y pude disfrutar con el mismo placer, entre componer/ejecutar una obra concientizada, analizada y la parrillita de un tanguito perdido en el tiempo que sólo con mi guitarra o a dúo con el fueye de mi viejo me conectaban con el mundo interior de mi infancia.

Al final del camino no hay simple ni complejo, solo hay amor, pero del verdadero para lograr una rica y suculenta “parrilla de tango”.

También podría gustarte

Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.